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Mientras borro mi nombre: Missing (una investigación)

Por Emanuel Bravo Gutiérrez

Porque somos forasteros y peregrinos delante de ti,

como lo fueron todos nuestros padres;

como una sombra son nuestros

días sobre la tierra, y

no hay esperanza

1ª Crónicas 29:15

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Portada de Missing (una investigación) – imagen pública

Uno solamente puede perderse cuando anteriormente se había encontrado, cuando había estado en un lugar al cual pertenecía aunque este lugar sea sólo metafísico, incluso si lo hemos  olvidado. Esto nos plantea Alberto Fuguet en su novela titulada Missing (Una investigación).

    La novela se estructura en distintas partes que le otorgan un carácter polifónico al texto, pero no desigual, aunque sí asimétrico. Estamos ante una “novela” que inserta novela policiaca, saga familiar, epistolar, poesía,  un bildugnsroman y más, un texto total que se escribe desde la percepción del otro, desde el margen para poder construirse y comprender mejor la situación que nos narra.

    ¿Qué es lo que se nos narra? La búsqueda de un familiar desaparecido: Carlos Patricio Fuguet García, el cual un día desapareció sin más y lo más interesante es que lo haya hecho Aún más interesante es que su familia no lo haya buscado, ni el menor interés se le da a este hecho. Alberto Fuguet construye su novela a partir de esta búsqueda, de esta novela de carretera, para encontrar un sentido a la existencia de su tío y también a su propia existencia, para comprender motivos que quizá también Carlos eliminó tras su huida, ¿huida de qué?, ¿huida de quién?

    Podría parecernos más una novela de interrogantes que de respuestas, pero no es así. En cada capítulo el escritor nos ofrece una hipótesis, una teoría. Y la maestría del escritor está ahí, porque vemos cómo toda solución parece ser insatisfactoria y fallida, cada salida nos mete más aún en el laberinto y cada ventana abierta nos sume más en la oscuridad.

    Fuguet plantea esta fuga, esta búsqueda que nos aleja del centro necesariamente, pero que ofrece la satisfacción de la libertad y de la levedad que plantea Milan Kundera. Las palabras de Carlos nos dicen: “When you are on your own, when you can’t call anyone, when you can’t ask for help, you die or you live”. (cuando estás solo, cuando no puedes llamar a nadie, cuando no puedes pedir ayuda, o mueres o vives).

Freud en su ensayo “El malestar en la cultura” plantea que: “El yo se desliga del mundo exterior, aunque más correcto sería decir: originalmente el yo lo incluye todo; luego, desprende de sí un mundo exterior”. Y si renunciamos al mundo exterior sólo nos quedamos con nosotros mismos, en la soledad en la que intentamos comprender todo, en la que torpemente intentamos darle sentido a nuestra existencia.

BIBLIOGRAFÍA:

Freud, Sigmund. (1982). El malestar en la cultura y otros ensayos. Madrid. Editorial Alianza.

Fuguet, Alberto. (2011). Missing (Una investigación). México. Editorial Alfaguara. 

When you see me laughing, I’m laughing just to keep from crying

Let Them Talk -  Imagen pública
Let Them Talk – Imagen pública

por Edgar Hoover

Bien se podría decir que bastan ciertas notas para enamorarse de cualquier sátira que levante los pies, cante de forma aguerrida y luzca traje a la old school. De otra forma, no se puede entender que Hugh Laurie, actor, escritor, director, tres cuartas partes de guionista, fan de The Who e inglés, porque si no rompería el esquema de toda obra improvisada, deje casi todo por lo que es conocido y se haya aventurado a cantar blues de buenas maderas.

Laurie, me recuerda a Otis Redding, no por los estilos, sino porque basta escucharlos para que cualquier humor cambie; de inmediato algo en ellos se consuma en el ambiente y dejan un sabor de boca, así, rápido y al grano. Es un sabor íntegro que exige un shot, un Hidalgo a la buena del Santo Batallón de San Patricio con las manos hastiadas de ron. No es para menos, el blues sureño y el soul tienen mucho de “cachondeo”, por tradición.

Sin embargo, Hugh Laurie, ha entendido lo que es convertirse en personaje de su propia banda sonora y explotó el epílogo de ciertos finales en gran parte de los capítulos de House MD, ya fuera con algún piano, guitarra o a dueto, pues siempre mantuvo el porte con el que ahora se presenta en público. Ahí está su rostro, la espalda arqueada y los dedos firmes.

Por eso, Let them talk fue un álbum casi de morbo, porque a punto de terminar House MD, no se esperaba que Hugh Laurie Blues ofreciera algo fuera de lo ordinario y menos una sorpresa en todo lo que involucra a este primer disco; sobre todo, algo que de por sí es extraño ver en una banda como ésta: Cierto dote de originalidad.

Hugh  Laurie - Imagen pública
Hugh Laurie – Imagen pública

Un material así es fresco, incluso, a más de un año de haberse lanzado a la venta no deja de asombrar la estructura con la cual se organizan los tracks, pues no se encuentra en todo el disco algún lapso de protagonismo que no se justifique, ya que los arreglos se hicieron pensando en que la voz agrupa a todo el conjunto y, éste, a su vez, funciona aparte.

Gracias a ello es que puede entenderse que Let them talk sea un homenaje a New Orleans y a James Booker –“piano man”, de quien toma el nombre dicho álbum y la homónima que se incluye en éste-, porque es ahí donde el blues se convierte en fe, sin que ello signifique hacer a un lado la virtud más ajena.

Ahora bien, una de las cosas que es visible en este disco debut es la apuesta de Laurie por un proyecto que enfrentó, en primera instancia, hacer a un lado la figura del actor para darle importancia al material que presenta, es decir, cómo él propio lo mencionó durante la promoción, fue necesario desde el primer “track”, “St. James Infirmary”, dejar en claro de una vez por todas que se acostumbrara el público a verlo tocar el piano, porque desde ese momento no habría de otra.

Por supuesto que es imposible no tomar como referencia su trabajo como actor, pero, inmediatamente, esa imagen se hace a un lado gracias a la producción de “Let them talk”, por eso ya no sorprende que en Argentina y Chile haya tenido un éxito comparado con la gira por Estados Unidos, especialmente, si hablamos de públicos que no se tragan a la primera cualquier nota que se le ponga en frente y más si de este género se trata.

Ahora bien, si hay una canción que muestra la calidad de músico sobre la cual hablamos, es Tipitina, misma que el propio Laurie cataloga como su favorita, en especial, porque lo detona a la mitad del álbum como un pianista consumado con los cambios en el ritmo. Pegando la oreja, se avecina una balada, un jazz a medio estrujar, un blues manoseado, algo de rhythm and blues, todo mezclado en poco más de cinco minutos.

Es necesario decir que gran parte del éxito de “Let them talk” radica en la mano de Joe Henry, productor, quien figura en la narración de este disco. Henry, ha sido letrista, especialmente, productor de Elvis Costello, Allen Toussaint y Jakob Dylan, sólo para que conste que esta joyita puede darle batalla a quien usted guste. ¿Ejemplo? Claro. Un dueto con Tom Jones e Irma Thomas, en “Baby, please make a change”.

let them talk special edition -  Imagen Pública
let them talk special edition – Imagen Pública

Sobre el estilo de Laurie, Jones lo dice con asombro: “Pensé que era Jerry Lee Lewis; me encanta Jerry Lee Lewis. No sabía que Hugh pudiera tocar de esta forma”. Así es que el estilo de “Let them talk” es fresco y bastante cercano a embriagante cuando, en tercer plano, hasta un violín hace recordar que la música sureña, esta música sureña, le pertenece a quien tenga un poco de sangre liviana.

Después de un año de haber sido publicado, “Let them talk”, tiene una esencia propia y, quizá, dos son los aspectos que fuera de toda este mito pueden sobresalir: El enorme respeto por la música que incluye y el sentimiento. Si un inglés puede lograrlo al primer intento, lo menos que se puede exigir a Hugh Laurie Blues es que se consolide como una verdadera “old big band” y, eso, creo, no tardará en pasar.

 

El Primer Día de Clases en la Primaria

Niños de primaria - Imagen pública
Niños de primaria – Imagen pública

por Lizbeth Cervantes Neri

Cada ciclo escolar los profesores de primer grado de primaria se enfrentan diversas dificultades con sus  alumnos. Uno de las principales es que los niños  tienen que adaptarse a un nuevo ritmo de trabajo exigente, amplio y que necesita de mayor atención de su parte; deben acostumbrarse a un horario más extenso del  que tenían  en el preescolar.

La socialización  del alumno en este  grado será  un factor determinante para el  avance y el logro de sus aprendizajes. Desde el primer día la impresión que se tenga del profesor, los compañeros y del mismo inmueble harán sentirse en confianza, de lo contrario el niño presentará desconfianza, temor e  inseguridad, manifestándolo con llanto, resistencia para asistir a clases o apatía para desarrollar  las actividades.

Las dificultades que los profesores tienen que atender están liadas con el ritmo de aprendizaje de cada niño y su conducta, quienes deben interactuar dentro y fuera del aula de clase, ser creativos en las actividades que  manifiesten interés o retos a vencer, dejar a un  lado el individualismo para formar equipos de trabajo, así como provocar la manifestación de ideas y argumentos de modo individual y en equipo.

Niños en clase - Imagen pública
Niños en clase – Imagen pública

El profesor no debe  ser un solapador y consentidor  ante las caritas y ojitos de sus alumnos  que lo buscan como protector  durante las  horas de clase, pues suplementan la figura materna y paterna; de lo anterior  dependerá  el éxito de aprendizaje y habilidades que su  grupo desarrolle y logre alcanzar.

Los aprendizajes de la escuela primaria manifiestan sus frutos a largo plazo cuando el alumno es independiente, autodidacta, crítico, analítico y mantiene un juicio ante todos los enfrentamientos  de la vida diaria. Mucho de esto dependerá de su primer día de clases en la escuela primaria.