por Erasmo Valdés
Lucy es la cinta más reciente dirigida y escrita por Luc Besson. Viene estelarizada por Scarlett Johansson, Morgan Freeman, el actor egipcio Amr Waked y Choi Min-sik, a quien algunos recordamos por la película surcoreana Oldboy. Es asimismo la más reciente adición la filmografía de femme-fatales de Besson, es decir, mujeres súper atractivas que saben patear traseros, sub-género en el que el cineasta francés se ha vuelto un especialista. También un poco repetitivo, pues en Lucy son perceptibles tratos de Leeloo y Cataleya, aunque de eso, supongo, sólo se percatarán unos cuantos. La trama es sencilla y los avances la explican muy bien: Lucy (Johansson) es una chica estadounidense que vive y estudia en Taiwán y quien, accidentalmente, se ve involucrada en una operación de contrabando de drogas que sale mal. El Sr. Jang (Min-sik), un mafioso coreano, la rapta y siembra en sus intestinos y en los de otras tres víctimas paquetes de una droga experimental llamada CPH4, los cuales deberán llevar a Europa para su posterior extracción y comercialización —“kids are gonna love it”, dicen—. Las cosas se salen de control cuando el paquete que transporta Lucy comienza a fugar y su organismo asimila la substancia, desencadenando una serie de habilidades físicas y mentales que van en aumento conforme Lucy incrementa el uso de su capacidad cerebral (la película parte de un mito que asegura que sólo utilizamos el 10 % de nuestro cerebro y que, si tuviésemos acceso al resto, podríamos hacer cosas fantásticas). Transformada en una máquina de guerra, Lucy emprenda una cruzada para impedir que la droga se propague, detener a Jang y asegurar el buen uso de sus recién adquiridos talentos, porque ya saben: “con gran poder viene gran responsabilidad”.
Desde su estreno en agosto, Lucy ha recaudado millones de dólares en taquillas y también opiniones polarizadas respecto a la trama (que, la verdad, recuerda mucho a Limitless, con Bradley Cooper), el elenco y los efectos visuales. Éstos son precisamente uno de los puntos más fuertes de Lucy, y cuando la vean estarán de acuerdo conmigo que la secuencia final de la película es sorprendente. Son muy loables por igual las actuaciones de Scarlett Johansson, guapísima como siempre (de hecho, fue durante este rodaje que se hizo público su embarazo), y la de Choi Min-sik, quien sin enunciar una sola palabra en inglés o francés da vida a un villano muy obscuro que a ratos recuerda a Gary Oldman en Léon: The Professional. Menos convincente es el personaje de Morgan Freeman, el profesor Norman (así, a secas), quien queda encasillado como el típico científico que advierte sin querer toda la trama al principio de la película. De hecho, su personaje es casi idéntico al que hizo meses atrás en Transcendence (filme horrible con ganas). Al personaje que, siento, Besson no explotó lo suficiente fue al detective Pierre del Rio (Waked), quien juega un papel más o menos importante durante el segundo acto de la historia pero termina muy relegado. Incluso, me atrevo a decir que el tiroteo final pudo ser más explosivo, más dramático, y haber dado mucho más fuerza al cierre de la cinta. Pero, eh, no se puede todo en el cine, ¿verdad?
En conclusión, Lucy me pareció una buena película de acción / ciencia ficción, bastante disfrutable aunque no exenta de ciertas pecatas minutas cuya ausencia habría hecho de éste un blockbuster más contundente. Digo, está cañón eso de entrar armado un quirófano sin que nadie se dé cuenta o intervenga la seguridad del hospital, o que una veintena de matones preparen un arsenal a plena luz del día frente a un edificio público como cualquier cosa. Igual y son cosas muy del director. Si les gustaron Colombiana y la participación de Scarlett Johansson en el universo Marvel como Black Widow, van a disfrutar mucho de Lucy, y si no… Quizá también.
Último comentario: viendo esta película no pude pasar por alto el potencial que tiene para generar una secuela, pero podemos dormir tranquilos, pues Besson ya aclaró que no habrá tal porque él y su amiguito Olivier Megaton están muy ocupados preparándonos la tercera parte de Taken…
Pensándolo bien, mejor sí nos preocupamos. *gulp*