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¿Por qué Deadpool merece un OSCAR?

por José Luis Dávila

Tengo esta tendencia la pantalla desde muy pequeño, en especifico, de cuando fui por primera vez al cine y vi el Batman de Val Kilmer; y con los años me he convertido, creo, en lo que Patton Oswalt denomina como un silver screen fiend, la cual es una forma genial de llamar a aquél que se entretiene con las películas al tiempo que las ve como una vía del arte, incidente en su vida, como una expresión de la experiencia que se retransmite. Esto sin importar de qué película se trate, pues todas poseen un valor intrínseco, ya sea The room con Tommy Wiseau o Citizen Kane con Orson Welles, ambos casos en los que una misma persona produce, dirige y protagoniza una cinta pero con resultados completamente diferentes.

Sin embargo, existe aún en la crítica especializada, cualquiera lo puede leer, una tendencia a la segregación soterrada de las ideas de entretenimiento y arte. Las películas que vemos comercialmente son películas que poco se consideran –a veces hasta por quienes están involucrados en ellas– como fuente de arte. No digo que todo deba entrar en esa categoría, pero sí que hay una subordinación implícita en el imaginario de las personas que ejercen opiniones profesionalmente y que califican a las cintas, esto sumado a que en últimos años las entregas de premios cinematográficos –y, en realidad, las premiaciones de cualquier índole– se ven afectadas por el fantasma de lo político y lo moral, cuestiones que el arte trata pero que para su apreciación no deberían influir mas que como contexto, pues, de otro modo, suelen construir una cerca que limita al tiempo que obstruye la vista.

Deadpool Movie Set - Imagen pública
Deadpool Movie Set – Imagen pública

Lo anterior también repercute al modo en que el público recibe las cintas y las consume. En el párrafo anterior uso la palabra “comercialmente” para referirme a aquellas que se exhiben bajo los estándares de entretenimiento pero toda producción cinematográfica es comercial por sí misma, y al contrario, toda cinta que se tache de comercial es susceptible de ser arte en cierto grado. En todo caso, la diferencia tendría que sostenerse entre lo artesanal y lo artístico, algo que me parece mucho más acertado.

Así, si las cintas fueran valoradas realmente por los méritos propios a cada cual, las votaciones en los premios serían más justas, pues muchas veces una película no es considerada para recibir reconocimiento tan sólo por no pertenecer al ala seria del arte de la filmación. Como ejemplo, el año pasado, entrando en febrero, se estrenó Deadpool, la cual podría ser considerada como una cinta más provocada por la moda de los superhéroes, sin embargo, prestando atención a ella, quizá haya que entenderla de otro modo.

Deadpool - Imagen pública
Deadpool – Imagen pública

Deadpool, independientemente de cualquier etiqueta que se le quiera imponer, es un paso adelante en la forma de narrar dentro del cine mal llamado “comercial”; desde el sencillo ejercicio de analepsis y prolepsis en el que gasta poco más de una hora, hasta darnos cuenta de que aquello que cuenta transita de forma extraordinaria entre el drama, la comedia y la acción. Efectivamente, muchos films de héroes integran dichos elementos, el cambio estriba en el cómo: para la mayoría de esas películas los incidentes dramáticos son motivaciones, pero en Deadpool son parte de la historia que se cuenta, no sólo del contexto del protagonista enfrentando al problema. Esto ocurre en otras películas icónicas que han sido culturalmente trascendentes, como Die Hard o, incluso, John Wick. El guión es, pues, una joya narrativa.

Otra de las fortalezas de Deadpool reside en dar a cada personaje, pese al poco tiempo que aparezca en pantalla, la tridimensionalidad necesaria para desarrollarse y ser parte de la narración; todos llegan a ser memorables a su modo, hasta el villano, quien resulta más interesante que muchos de los villanos que se nos han presentado en las películas de este corte y sobre los cuales siempre se hace el señalamiento de resultar desechables, y es que lo interesante reside en que precisamente es (y tiene que ser) desechable para funcionar en este relato.

Deadpool - Imagen pública
Deadpool – Imagen pública

Se podrían enlistar y detallar todas las inesperadas virtudes –para usar un título que a la AMPAS le pareció premiable hace un par de años– de Deadpool, y argumentar de manera irrefutable, pero, la verdad es que por más que se le defienda, históricamente las cintas como ésta suelen ser restringidas en nominaciones al OSCAR dentro de los rubros de efectos especiales o, si bien les va, banda sonora y maquillaje, lo cual es decepcionante. Este año seguramente veremos títulos como Moonlight, Manchester by the sea o Fences en las nominaciones (La La Land, por supuesto, es la favorita de muchos), cintas que se instalan en el drama. Sin embargo, me cuestiono profundamente por qué. ¿Es la necesidad de demostrar que el cine puede ser serio pese a sus raíces en el entretenimiento puro? ¿Es porque se tiende a sacralizar el sufrimiento en vez de celebrar el arte desde el desenfado?

He visto la mayoría de las películas que se rumorean para ganar la estatuilla y ninguna me resulta mejor que Deadpool –si acaso, podría considerar a Hell or highwater o Train to Busan, y esta última pertenece a Corea por lo que no será tomada en cuenta para la entrega principal–, pues como guión, adaptación y realización es una invención realmente situada en el cuidado de lo artístico a lo que aspira el contar historias desde un proyector sin importar nada más que el hecho mismo de lo que se cuenta. Además, para la época de higienización discursiva en que vivimos necesitamos que la cultura se abra en vez de implosionar por la repetitividad y tedio de tópicos que aportan ideas gastadas y formulas tan obvias que College Humor da una guía básica de pasos infalibles para ganar.

Ryan Reynolds y Tim Miller (y la FOX) hicieron un gran trabajo y merecen ser reconocidos, merecen hacer historia y acabar con las reverencias a un arte que tuvo desde su concepción el fin de llegar al público en toda su extensión, sin segregar entendidos de pasajeros despistados, conmover a cualquiera, alegrar a cualquiera, y, aceptémoslo, Deadpool es jodidamente perfecta para ello.

El Juego de Ender: Una historia vieja

El Juego de Ender - Imagen pública
El Juego de Ender – Imagen pública

por Jessica Tirado

¡La tierra fue atacada por extraterrestres! Los humanos ganaron la batalla, pero la amenaza de guerra sigue ahí… bueno, allá en su planeta, lejos, pero existe y eso basta para que los militares no puedan dormir tranquilos; entonces empiezan a entrenar a niños, porque es mejor entrenar soldados desde pequeños.

Aquí empieza la historia de Ender, un chico al que tienen monitoreado desde su nacimiento; sus hermanos fueron parte del programa militar pero su temperamento, muy agresivo, en el caso de Peter su hermano mayor, y muy compasivo en el caso de Valentine, la hermana intermedia, les impidió ir a la escuela de Batalla y ser soldados de alto rango.

Ender es elegido por ser el punto intermedio entre estos polos opuestos, lo que lo hace un pequeño genio destinado a ser el mejor estratega en la historia de la humanidad. Para lograr que el chico tenga el temple necesario, el Coronel Graff, director de la Escuela de Batalla, idea el plan de llevarlo al límite de sus habilidades y su mente.

Primero provoca que no tenga aliados, que la soledad sea su primer filtro de carácter; Ender, como todo buen elegido no sólo encuentra un par de amigos, sino el respeto de todos sus compañeros. Entonces, el coronel Graff lo manda a otro equipo de chicos grandes, donde tiene que seguir las ordenes de un superior bastante trastornado, obsesionado con ejercer el poder, donde Ender encuentra a Petra una compañera de batalla, inteligente y audaz que le ayuda a superar la prueba del coronel.

Lo que sigue es ver cómo Ender se desarrolla siendo líder de un grupo de marginados que casualmente se enfrentaran al grupo de chicos mayores donde Ender fue a revolucionar el pensamiento.

Aunque Ender y su equipo funcionan, en realidad no están listos porque el líder está inseguro, ya que al enfrentarse a sus enemigos logra entenderlos tanto que cuando los vence, la derrota le afecta como propia. Ender tiene que aclarar su mente, y viaja a la tierra a visitar a Valentine, su hermana, la voz de su conciencia, ella lo alienta a ir a la gran prueba y por fin convertirse en el comandante que todos esperan.

Ender aplicará todo lo aprendido en la Escuela de Batalla para terminar con una “amenaza” que ha estado “preparándose” para “atacar” a los “pobres humanos”… porque sólo él tiene la habilidad de comprender tanto a su enemigo que lo siente parte de sí mismo.

El Juego de Ender - Imagen pública
El Juego de Ender – Imagen pública

Esta historia fue escrita por Orson Scott Card; todo inició como un cuento que se volvió la Saga de Ender entre 1985-2008, y si bien la historia no es lo suficientemente vieja para ser llamada un clásico, usa fórmulas narrativas que han sido muy explotados en las últimas dos décadas en el cine de acción, fantasía, y ciencia ficción que parece obsoleta cuando se enfrenta a las necesidades del espectador moderno. En los últimos años es normal ver un trailer con grandes efectos especiales, con música que recuerda a El origen, y es que si ponemos un poco de atención en los carteles del cine, todos son casi lo mismo: además de la paleta de colores, la composición y el mensaje, son una calca unos de otros; con Ender pasa justo eso, el espectáculo visual aunque muy impresionante, simplemente se siente como el recordatorio de 30 años de evolución del cine de ciencia ficción. ¿Dónde está la falla? En ningún lado, Ender es una historia vieja.

El Juego de Ender - Imagen pública
El Juego de Ender – Imagen pública

La ciencia ficción se escribe para plantear problemas sociales, crítica política, o un llamado a reflexionar sobre nuestra situación económica y/o ecológica en el planeta, entre muchos otros temas, lo importante es hacer pensar al espectador (¿por qué creen que en México no florecen este tipo de historias?). El motor de Los juegos de Ender podría resumirse en: Poder, cómo el ser humano hace uso del poder, las consecuencias buenas o malas de su uso y la pregunta existencial de ¿por qué usarlo?; en principio es un tema que ha estado y estará presente por siempre en la humanidad, pero la película trata de explicar tantas situaciones complejas, relaciones entre personajes, comportamientos y demás, que la atención se desvía en cosas que en realidad no importan. La forma narrativa del libro nos permite conocer los pensamientos de Ender, esa es la guía de empatía para el lector, todos los sentimientos fluyen porque el personaje expresa su miedo, coraje o valor pero ¿qué pasa cuando una novela casi en su totalidad subjetiva se quiere pasar a un formato completamente objetivo? El cine es esencialmente imagen, si no se ve en pantalla es como si no existiera, de ahí el segundo en grado de importancia es el sonido, tal vez no vemos al dinosaurio pero si lo escuchamos sabemos que está ahí y por último el último recurso: el dialogo, la voz humano explicando aquello que no puede ni verse ni oírse. Una regla básica de la adaptación es que no pueden usarse oraciones tales como:

ENDER esta deshecho

porque simplemente no puede ser actuado de forma objetiva, por otra parte si el guión dice:

ENDER camina pesadamente por un pasillo de escuela vacio, respira con espasmos para contener el llanto

no sólo dice que algo le pasa al personaje, sino que lo pone en un contexto visual claro para el director, el fotógrafo, el maquillista y sobre todo para el actor, por lo tanto, para adaptar no solo se necesita haber leído la novela (unas mil veces), es indispensable entender qué quiere decir el texto, sólo así puede determinarse si es posible poner esa información (mensaje) en una fórmula narrativa de 2 horas o mejor que sea una serie de tv, con más tiempo para desarrollar todos y cada uno de los personajes, o tal vez sea mejor adaptarla a videojuego o novela gráfica, o como el caso de la saga de Ender, funciona bien quedándose como novela.

La verdad es que hay tan pocas buenas historias en el cine moderno (o por lo menos bien escritas) que están apostándole más a lo que ya es seguro: los libros, pero si no saben entender a la literatura seguirán ofreciendo películas con efectos bonitos pero historias mal contadas.

Frozen: La apuesta de Disney por el cambio

Frozen - Imagen pública
Frozen – Imagen pública

por Jessica Tirado Camacho

Frozen: Una Aventura Congelada presenta la historia de dos hermanas princesas de algún país nórdico que llevan una relación de amistad muy buena; Elsa, la mayor, tiene el poder “mágico” de generar y controlar el hielo, mientras que la menor, Anna, alegre y traviesa, sabe cuán divertido puede ser tener una hermana así.

Sin embargo, un accidente hace que Elsa tenga que esconder sus crecientes poderes de su hermana y del mundo, convirtiéndose así en un secreto custodiado por los padres y sufrido por la niña, incapaz de controlar sus sentimientos y por ende su magia. Así, las puertas del palacio son cerradas, convirtiéndolo en una gran matrushka donde todos viven en un aislamiento personal que empeora cuando en los reyes mueren, ya que las niñas terminan de crecer completamente solas, hasta que sus obligaciones como herederas las obligan a salir al mundo. Entonces empezarán a mostrar todos sus deseos para finalmente demostrar de qué están hechas: Elsa vive con el eterno miedo de que su poder sea un peligro para su reino y Anna busca desesperadamente amar y ser amada.

El segundo acto comienza cuando las dos hermanas enfrentan sus miedos e ilusiones, así como el lado negativo del poder de Elsa es revelado, por lo que huye a la montaña donde cree que no va a dañar a nadie, sin darse cuenta que ha dejado a su reino hundido en un invierno para el que no estaba preparado. Ante esto, Anna se siente culpable, y decide que está obligada a buscar a su hermana y arreglar sus diferencias.

En el camino, Anna se encontrará con Kristoff, un vendedor de hielo que de seguir así el clima, perderá toda fuente de ingresos. Él es la voz de la razón en la película, puesto que la princesa está regida totalmente por el corazón y la intuición, era necesario tener un personaje secundario que mostrará el otro lado de la moneda: es feliz viviendo en soledad, su único compañero es un reno con el que puede “platicar” y compartir todas sus cosas, para equilibrar el relato.

Frozen - Imagen pública
Frozen – Imagen pública

De ahí en adelante, la soledad pasa de ser un valor negativo a uno aparentemente positivo; Elsa encuentra en ella la libertad y la aceptación de sí misma, lo que complica los planes de su hermana de regresarla al reino y vivir como una familia. Así, el arco dramático irá subiendo y bajando cada vez con más intensidad, regalándonos una excelente película.

En los tiempos modernos, las animaciones Disney ya no tienen la misma aceptación en una sociedad aburrida de princesas en aprietos y galantes príncipes dispuestos a pelear contra dragones para salvarlas; simplemente ese cliché ya fue, lo interesante es que en los últimos años hemos estado viendo cierta transformación gradual en las historias.

Tal vez las primeras luces de esta búsqueda las podemos encontrar en La sirenita (1989), cuando los movimientos feministas tuvieron eco en Disney, y Ariel, aunque aún sigue la premisa de querer casarse y vivir felices para siempre, no es una princesa pasiva, va en busca del príncipe, casualmente (al igual que Frozen con Reina de las nieves) esa película es adaptación de un relato de Hans Christian Andersen, y las coincidencias no terminan ahí: Chris Buck, uno de los directores de Frozen, fue parte del departamento de arte de La sirenita y de Pocahontas (1995), donde también fue guionista, en la cual Disney vuelve a presentar no sólo una princesa audaz, sino que es totalmente independiente. A pesar del éxito de estas cintas, el camino de las nuevas princesas Disney se olvidó hasta La princesa y el sapo (2009), en la que encontramos la primera protagonista de color que hondea con orgullo las virtudes de la mujer moderna. Después de esto nada sería igual, la antigua fórmula seguirá operando en las filas de Disney pero cada vez se nota más la búsqueda de lo nuevo, tal es el caso de Enredados (2010), que tiene elementos de ambas formas narrativas, además de pasar a segundo plano la historia romántica. Tal vez, tratando de seguir la nueva tendencia, junto con Pixar trajo la desastrosa Valiente (2012), la cual simplemente es incapaz de cuajar una historia coherente sin la zona de confort que representa tener una pareja romántica; sin embargo, ese mismo año llegó ¡Rompe, Ralph! (segunda mitad de 2012) y cambió todos los arquetipos/estereotipos y clichés (sí, son cosas diferentes) que se tenían de la historia Disney perfecta, eliminando por completo la historia romántica.

Ahora con Frozen, escrita y co-dirigida por Jennifer Lee, también guionista de ¡Rompe, Ralph!, encontramos una historia con elementos románticos en segundo plano, dejando toda la carga dramática al amor familiar, con lo que puede verse el progreso en el manejo de la nueva “fórmula” que se está cocinando en las películas Disney.

Cuando un guionista escribe una historia siempre piensa en un concepto que gobierna toda la narración, en este caso los dos grandes temas de Frozen son la soledad y el amor familiar; todos los personajes presentan un punto de vista diferente (regularmente opuestos entre sí) pero que se complementan como un todo.

La soledad no es la misma para Elsa, que se esconde por temor a dañar pero que al mismo tiempo descubre en ella la posibilidad de sentirse libre y la posibilidad de aceptarse así misma sin que los otros la juzguen (valor negativo que pasa a positivo), que para Anna, pues es más un castigo que no puede comprender y del que quiere salir sin reparar en los peligros que pueda traer el confiar en cualquier extraño (valor negativo que pasa a más negativo), y finalmente  para Kristoff, que como personaje secundario presenta la parte opuesta (valor positivo).

Frozen - Imagen pública
Frozen – Imagen pública

La primera parte puede resultar un poco pesada al espectador que no esté acostumbrado a la ópera, puesto que las canciones tienen mucha fuerza en la interpretación y al mismo tiempo la imagen está muy cargada de información, pero esto sólo es en el primer acto, después la narrativa empieza a hacerse más densa y los personajes dejan de cantar para actuar y hablar. Frozen es para aquellos que busquen una historia fresca y poco menos predecible que sus hermanas Disney.

Como dato extra, si bien está muy lejanamente basada en la narración que leemos en Reina de las Nieves de Hans Christian Andersen, la esencia principal fue conservada, lo que nos habla muy bien del análisis interpretativo Jennifer Lee, de la cual espero sigamos viendo trabajos nuevos.

Los Juegos del Destino: un nuevo tipo de comedia romántica

Los Juegos del Destino - Imagen pública
Los Juegos del Destino – Imagen pública

Por Jessica Tirado Camacho

Resulta interesante que en los últimos meses se han estado estrenando películas arriesgadas, con historias complejas y personajes entrañables que recuerdan la vieja escuela, cuando al cine le importaba el qué y no tanto el cómo contar algo; sumado a esto, en la mayoría de los casos puede verse en los créditos que son adaptaciones de obras literarias, tal vez esto se deba a que los productores buscan arriesgar lo menos posible, asegurando el éxito de la película presentando una formula que ya ha comprobado su eficacia, pero esto, mas allá de marcar una tendencia en el cine actual, está cambiando el tipo de espectadores porque las películas cada vez son más largas, tienen personajes demasiado complejos y esto hace que las historias (en la mayoría de los casos) sean muy densas.

Aunque al adaptar una novela el guionista esta modificando la historia a las construcciones del cine, que suelen simplificar y explicarlo todo, las películas comerciales están empezando a tener una característica básica del “cine de arte”: espera una reflexión mas allá de lo mostrado, lo cual puede llegar a dividir la opinión del público; mientras los iniciados en el cine no-comercial y la literatura consideran a estas películas como grandes logros cinematográficos, los espectadores menos reflexivos no entienden la historia presentada, se confunden y la califican como muy mala. Es muy temprano para decir si estos cambios son algo positivo o negativo, tal vez en el futuro se encuentre un punto medio, se presenten historias originales que contar o los espectadores aprenderán a distinguir las películas que deben evitar, pero por lo mientras sólo nos queda entrar a la sala de cine dejarnos sorprender por películas audaces como Los juegos del destino que, dicho sea, es adaptación de la novela Silver Linings Playbook de Matthew Quick.

Los Juegos del Destino - Imagen pública
Los Juegos del Destino – Imagen pública

En esta época de comedias románticas es muy común encontrarnos con películas que tienden a repetir lo ya visto antes y contar historias monótonas y predecibles, pero Los juegos del destino nos presenta personajes que sobrepasan la complejidad de su «romance”. Por un lado tenemos a Pat Solitano (Bradley Cooper) un hombre que al iniciar la película se prepara para salir de una institución mental, por el momento no sabemos cuáles fueron las causas que lo llevaron a estar 8 meses ahí, pero su salida es precaria y sospechosa, sabemos que “algo grave” hizo y poco a poco iremos conociendo mas de él y su disfuncional familia.

Los personajes secundarios que normalmente en las comedias románticas sólo son detonantes para la acción de los protagonistas (y aunque se les muestre con esa pinta) no tienen nada de común, su perspectiva profunda y sus diálogos hacen que Pat tenga un cambio interno como ser humano, que nada tiene que ver con convertirlo en el cliché romántico.

La antagonista de Pat es Tiffany (Jennifer Lawrence), una joven viuda con problemas de depresión que entabla una relación poco común con él; los motivos de ella son claramente opuestos a las metas de él, sin embargo, ella es la que más se le parece en complejidad y situación. Para que Pat logre visualizar su deseo, debe aprender a verse en el espejo que representa Tiffany, entenderla para encontrarse a sí mismo.

Los Juegos del Destino - Imagen pública
Los Juegos del Destino – Imagen pública

En Los juegos del destino nos encontramos a un protagonista que presenta un lado muy humano de lo masculino: Pat es un hombre fuerte, atlético, inteligente, pero que a su vez puede ser vulnerable, puede enojarse y sentirse perdido, esto hace que al final sea capaz de encontrar un camino sincero que seguir, al que cualquier ser humano aspira en la vida real.

Esta comedia romántica es recomendable para cualquier tipo de espectador, pero sin duda los iniciados podrán disfrutarla mas, tiene gags de literatura y cultura general que pueden resultarles muy divertidos.