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El Ying y el Yang

Ying Yang - Imagen Pública
Ying Yang – Imagen Pública

por María Mañogil

Llevo colgado del cuello un cordón azul oscuro, casi negro, que rescaté del fondo de uno de esos cajones en los que guardo cualquier cosa que no sé donde guardar. Creo que todos debemos tener un cajón así en casa, en los que se puede encontrar desde un tornillo hasta un trozo de papel de regalo medio arrugado que algún día reciclaremos envolviendo con él un obsequio de esos que hacemos porque sí, porque nos apetece.

En cada uno de los extremos de ese cordón azul hay un cierre, también encontrado casualmente en el famoso cajón de las cosas denominadas “inútiles de momento, pero que pueden dejar de serlo en el instante más oportuno”, y en ese cierre hay enganchado un colgante plateado, una especie de amuleto pequeñito, en el cual se puede identificar claramente el símbolo del ying y el yang.

Ese amuleto adorna mi cuello siempre, desde que me levanto hasta que me acuesto y no es porque yo sea supersticiosa y piense que va a atraer la suerte a mi vida, pero me lo regaló mi hija hace unos meses y desde entonces no me lo he quitado.

El ying y el yang simbolizan las dos caras de una misma moneda: el bien y el mal, lo masculino y lo femenino, lo racional y lo espiritual, todo y nada, lo que tenemos y lo que nos falta. Lo que somos todos, al fin y al cabo: dos mitades unidas que son cada una el reflejo especular de la otra.

Aunque cataloguemos todo por inercia de malo o bueno, en verdad todo es bueno y malo a la vez y, a pesar de que ahora se ha puesto de moda llamar bipolar a alguien por sus constantes cambios de humor, confundiendo estos cambios con el trastorno bipolar, que es una enfermedad y debe ser diagnosticada por un psiquiatra y no por cualquier charlatán, la palabra “bipolar” (no la enfermedad), hace

alusión a algo que tiene dos polos y que yo sepa, todos los tenemos. Así que ser “bipolar” debería ser lo más normal del mundo, ya que incluso el agua lo es.

EL EQUILIBRIO

Yo entiendo que ser una persona equilibrada es tener emocionalmente de todo, en pequeñas cantidades y hacer uso de ello moderadamente. Como la tristeza y la alegría no se pueden manifestar a la vez, es lógico que las alternemos y no por eso nos llaman desequilibrados, pero sí lo hacen cuando el intervalo de tiempo entre esas dos emociones es inferior a ¿cuánto? ¿Alguien se ha molestado en hacer un cálculo? Yo no, porque no me importa la facilidad que tengan y el tiempo que transcurra para los demás al alternar estados de ánimo.

Las personas desequilibradas creo que son precisamente las que se mantienen siempre estables o lo aparentan. Deben tener más de ying que de yang o viceversa. Otra cosa es la incoherencia, que hay quien confunde con la inestabilidad cuando no tienen nada que ver. Claro que también hay quien confunde “buenos modales” o “buena educación” con respeto. O formación académica con inteligencia.

 APRENDER A LEER Y A ESCUCHAR

Para llamar incoherente a alguien hay que aprender primero a escuchar, porque hay gente que se dedica a oír, pero no escucha. Lo mismo pasa al leer cuando creen que una serie de palabras desordenadas significa algo en especial. Las palabras van unidas formando frases y esas frases, separadas por comas, puntos, conjunciones o demás, se relacionan con otras frases y así se le da sentido a un texto. Pero hay quien lee sólo las frases que le convienen para después hacer una interpretación falsa de lo que ha leído. Más que falsa, incompleta.

También hay que saber distinguir lo que es una metáfora de lo que no lo es, que eso lo distingue hasta un un niño de seis años. A mí me han llamado incoherente algunas veces cuando lo que querían decir era que soy emocionalmente inestable (más inestable de lo que se considera normal). No me importa; todo el mundo se confunde alguna vez con el significado de las palabras.

También me han llamado incoherente por haber dado mi opinión sobre el aborto y eso sí que no es confusión; es no saber leer o leer frases que no están escritas. Hay gente que podría tener la misma imaginación al leer relatos que al escuchar opiniones, ya que precisamente, quienes inventan lo que no he dicho, suelen ser los mismos que creen al pie de la letra lo que leen en un relato. Espero que no les pase lo mismo en su vida cotidiana.

Ying Yang - Imagen Pública
Ying Yang – Imagen Pública

¿EL DERECHO A LA VIDA O EL DERECHO A NACER?

Yo nunca he defendido la vida ni el derecho a nacer, a pesar de que algunas personas dicen que lo han leído en un texto mío (debido a una mala interpretación al leer, ya que no es lo mismo hablar de un derecho que defenderlo). No conozco a nadie que de verdad defienda las dos cosas, aunque sí la segunda, el derecho a nacer.

Nacer no es lo mismo que la vida, sólo forma parte de ella. Pero antes del nacimiento ya hay vida y después de éste la vida sigue y sólo concluye con la muerte.

Me dijeron que no podía ser que yo defendiera la vida de los animales estando a favor del aborto. ¿Cómo puedo defender la vida de los animales si yo me alimento, entre otras cosas, de animales? Lo que defiendo es su derecho a no ser maltratados y a no utilizar su sacrificio como una diversión. Sólo eso. ¿Que todos tenemos derecho a nacer?, ¿según las leyes de la naturaleza? No es cierto.

Si todos tuviésemos ese derecho, el embrión que no se llegó a formar hace unos meses dentro de mi útero (probablemente por alguna malformación genética) sí se hubiera formado y se hubiese desarrollado como cualquier otro embrión sano y hubiese llegado a nacer fuese cual fuese su malformación.

En mi caso era incompatible con la vida desde su fecundación, pero en el de otras muchas mujeres y hembras de otras especies no lo es y sin embargo su cuerpo lo rechaza. Por lo tanto ese derecho biológico no existe.

En biología no hay nada que suceda por derecho. De ser así no se habrían extinguido especies para que sobrevivieran otras.

¿Todos tenemos derecho a nacer según la ética? No lo sé. En mi opinión no.Todos los días, millones de personas impedimos que se reproduzcan otros tantos millones (o billones) de bacterias, que también deberían tener el mismo derecho a nacer que un humano, un perro, un pez o una cucaracha.

Las personas que, por ética, opinen que nacer es un derecho, que tengan su casa llena de cucarachas, que lleven el cuerpo lleno de picotazos de mosquito y que se nieguen a tomar antibióticos para combatir cualquier infección, que en este último caso ya se encargará su sistema inmunológico de cargarse a las bacterias que pueda sin necesidad de faltar a su “ética”, aunque, dependiendo de la infección que tengan, quizás no sobrevivan para contar lo bien que se sienten por haber respetado el derecho a nacer de esos billones de bacterias.

¿Todos tenemos derecho a la vida? Como digo, y dejando a un lado lo que es biológico y lo que es ético, la vida es mucho más que un proceso. Hay personas que siguen vivas gracias a una máquina que mantiene sus constantes, pero esas personas no están viviendo una vida como la estamos viviendo los demás. Permanecer con vida no es vivir. ncoherencia es defender el derecho a estar vivo y no asegurarse de que el ser al que otorgamos ese derecho va a vivir como le corresponde según su especie.

Por eso me atreví y me sigo atreviendo a llamar hipócritas a la mayoría de las personas que se definen a sí mismas “Provida”. onozco a muchísimas de ellas que justifican ese derecho con las leyes de la naturaleza y otras tantas ¿cómo no? con la trampa de la religión. Conozco también a algunas que aseguran que nunca abortarían, por poner un ejemplo, a un embrión o feto al que se le hubiese detectado síndrome de Down. Me parece una decisión muy correcta, siempre y cuando no intenten obligar a que otras mujeres no lo hagan.

Muchas de esas personas, cuando ven a un niño con síndrome de Down lo miran con compasión y dicen: -”Pobrecito, qué lástima”. Incluso cuando el niño lo está escuchando. Lo de dejar nacer a alguien para después sentir lástima por él y tratarlo como a un monstruo es muy humano.

Yo no he visto a esa gran mayoría de “providas” en ninguna manifestación cuando cerraron la asociación de ayuda a personas con Trisomía 21 (síndrome de Down) de mi ciudad. Tampoco las he visto recaudando fondos para evitar que dicha asociación se cerrara.

Ying Yang - Imagen Pública
Ying Yang – Imagen Pública

Ni las veo defendiendo los derechos de esas personas a ser tratadas como las demás, a ser integradas en los colegios con los demás niños (no recluidos en centros especiales), con los profesores y el soporte adecuado a sus necesidades de aprendizaje, con el fin de que en un futuro se conviertan en adultos independientes y puedan aspirar a los mismos estudios que el resto de sus compañeros y puedan acceder al mundo laboral con las mismas oportunidades que los que nacieron con un cromosoma menos y que son considerados “normales”. Éste es sólo un ejemplo que he querido relatar, pero conozco muchos otros de esas personas que defienden el derecho a nacer, mas no el de vivir (al menos vivir dignamente). ¿Qué por qué he empezado este texto hablando de mi amuleto con el símbolo del ying y el yang e incluso lo he utilizado como título? Porque antes de empezar a escribir estaba observándolo y no sabía cómo empezar. Así que se me ocurrió ser incoherente.

Igual de incoherente que sentirte “Provida-Religioso” y comerte un lechoncito (un bebé indefenso que también es una criatura de Dios) para ponerte morado celebrando la navidad. Igual de incoherente que sentirte “Provida-Biólogo” y regalarle una flor (ser vivo perteneciente al reino vegetal) a tu pareja para demostrarle amor y porque queda muy bonita y decorativa una flor muerta en un jarrón. Igual de incoherente que sentirte “Provida-Moral y ético” mientras te cargas a una mosca (bicho asqueroso y repugnante) porque te molesta que revolotee a tu alrededor.Lo único coherente que hay escrito en los primeros párrafos de este texto es la palabra “desequilibrado”, que queda muy bien con las personas a las que hacen referencia las tres frases anteriores.

O quizás todo sea muy coherente y lo que simboliza mi amuleto tenga mucho que ver con el tema del que he hablado después. Eso que lo decida quien lo lea. Yo me como el lechoncito en navidad, arranco la flor y la pongo en un jarrón y me cargo a las moscas con el spray insecticida porque soy tan asesina como el resto, pero al menos no me hago llamar defensora de la vida y por lo tanto, no soy una hipócrita.