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Venezuela, mon amour

Venezuela - Imagen pública
Venezuela – Imagen pública

por José Luis Dávila

¿Existen aún las dictaduras? Quienes se preguntan por esto resuelven las más de las veces que sí, que eso que llaman “democracia” los países cien por ciento capitalistas y neoliberales, o los que están en la lucha por maquillarse tan bien que puedan pasar por uno de ellos –como es el caso de México–, no es otra cosa que una forma de dictadura basada en la blanquitud (término acuñado por uno de los más influyentes marxistas de los siglos XX y XXI, Bolívar Echeverría) de las clases sociales, es decir, una dictadura del poder adquisitivo; y quizá tengan razón, quizá este modelo socioeconómico que vivimos en las naciones apegadas a las políticas globalizadoras sea un error.

Sin embargo, quienes aseveran que las prácticas neoliberales son dañinas y que los modelos nacientes de una ideología de “izquierda” (habría que ver antes si realmente saben porque se les denomina de izquierda) están mejor plantados para encarar las necesidades de sus poblaciones y satisfacerlas, no admiten los males que padece tal forma de pensar.

En los últimos días hemos tenido acceso a información realmente desconcertante: en Venezuela, dónde Nicolás Maduro fue casi impuesto por el fallecido Hugo Chávez, existe un régimen «anticapitalista» y «anti-imperialista» que a pesar de funcionar como la nueva prueba de que la izquierda no solamente funciona en teoría, algo que el tambaleante caso cubano estaba empezando a aceptar tras más de 50 años de terquedad bajo el mando de los hermanos Castro, ha caído por su propio peso. En todo el mundo se ha podido apreciar la forma en que el gobierno “bolivariano” de Maduro hace uso de las mismas tácticas de represión que los gobiernos a los que ataca en sus discursos, incluso yendo en contra de los ideales implantados por su antecesor Chávez, quien, aunque tampoco era muy congruente con sus actos, al menos era consciente del poder que el pueblo tiene la capacidad de alcanzar.

Venezuela - Imagen pública
Venezuela – Imagen pública

Vídeos, fotografías, declaraciones y más han sido subidos a las redes sociales, y sobre ellos se han escrito varios artículos ya, la mayoría condenando la vileza, y es que no hay otra palabra para llamar a esto, de las acciones del gobierno venezolano para reprimir las marchas evidentemente pacificas de estudiantes y ciudadanos interesados en mejorar sus condiciones de vida.

Lo más preocupante del caso es que haya personas que aún viendo las imágenes de violencia innecesaria, y escuchando las justificaciones sacadas de la manga del presidente Maduro, crean en que esa es la vía para mejorar las cosas en cualquier país, haciendo deferencias ante su ideología, aceptando razones por demás estúpidas para actos despóticos y abiertamente dictatoriales, como hacer una comisión encargada de vigilar lo que se dice del gobierno en redes sociales en vez de enfrentar los problemas económicos por los que atraviesa su administración, o actos mesiánicos, como aseverar que el espíritu del comandante Chávez se manifiesta en las piedras con su imagen; si lo pensamos, un gobierno que se maneja así está a un paso de ser hitleriano.

Como él, en México también tenemos personalidades políticas que tienden hacia esa ideología. Andrés Manuel López Obrador encabeza la lista, seguido de Gerardo Fernández Noroña, y muchos otros que no sería el caso mencionar; y no es que tengamos el mejor gobierno en la actualidad, sino que es preferible tener un gobierno corrupto abiertamente del que ya se sabe su modo de operar y por eso mismo es posible encontrar fallos en el mismo que permitan acciones seguras de protesta, a uno que se autocalifique como patriótico, nacionalista y cercano a la gente, cuando por debajo de la mesa es quizá peor de lo que se puede imaginar, y del que no se puede predecir su reacción.

Nicolás Maduro - Imagen pública
Nicolás Maduro – Imagen pública

Entonces, ¿es Nicolás Maduro un dictador? Quizá no ahora, pero pronto, si en Venezuela no se hace nada para detener el proceso que ya está activo. Nicolás Maduro sería muy ingenuo si no supiera que los cambios se avecinan, que debe cambiar su forma de interactuar en público, porque lo que empezó como una risa ante sus ocurrencias e ignorancia en los primeros meses de administración, ahora es motivo de incomodidad y espanto.

P. D.: De un país derrotado a otro: no se rindan.