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Rondalles Mallorquines: Especial de Noche de brujas

por Antoni Maria Alcover i Sureda

traducción de María Mañogil

La noche de San Juan, al igual que en muchos otros lugares, se llena en Mallorca de hogueras y rituales, de conjuros y hechizos… No podía excluir del paisaje de mi paseo por la obra de Jordi d’es Racó a las damas de las escobas. Y aquí os dejo un par de historias sobre ellas para que quien lo desee venga a visitar nuestra preciosa isla y compruebe si son leyendas o no.

Feliz noche y feliz aquelarre.

Noche de San Juan
Noche de San Juan

LA CUEVA DE SON CURT D’ALARÓ

Dentro de Son Curt, justo debajo del Castillo de Alaró, hay una cueva no demasiado grande, pero sí bastante profunda. Se llama sa Cova de ses meravelles, la Cueva de las maravillas.

Dicen que en un tiempo, de allí salían las brujas por la noche y se dejaban caer por los alrededores para hacer de las suyas. En una ocasión, un tal Felet, mientras ellas merodeaban por allí, se puso a fisgonear y vio un enorme resplandor y una ciudad sin fin. Se va a Alaró corriendo y se lo cuenta a un par de amigos.

Al día siguiente a la misma hora se van todos juntos: se esconden por ahí al lado para ver salir a todo el brujerío. Al rato salió la cuadrilla, y unas tiraron hacia levante y otras hacia poniente, y otras hacia el Sur y otras hacia el Norte. Entonces aquellos salen de su escondrijo, se acercan a la cueva y observan, y ven el gran resplandor y la ciudad sin fin.

Felet se armó de coraje y se adentró en la cueva hacia aquella ciudad para ver qué era.

Aún no ha dado dos pasos cuando estalla un trueno tan espantoso que hace temblar toda la cueva y la montaña, y todos se dan de bruces contra el suelo.

Se levantaron así como pudieron y no vieron nada en el interior de la cueva más que negrura, tan espesa que la podían trinchar con una espada.

A quien no vieron fue a Felet; ni lo han vuelto a ver más. Caro le salió querer ver de cerca la ciudad de las brujas.

Noche de San Juan
Noche de San Juan

LA CUEVA DE JOANA

¿No habéis estado nunca en la Bona-Nova*? Pues bajando por el barranco del Mal Pas, hacia Bellver2 está sa Cova de na Joana, la Cueva de Joana. Y ahora os diré lo que sucedió una vez, según cuentan.

Dicen que un día, un muchachito chepudo, porque su madre lo había enviado, se fue por los alrededores de esta cueva para recopilar cuatro yescas para el fuego.

Para ver qué era aquella cueva, entra en ella y encuentra a Joana, una bruja, rodeada de una cuadrilla que, formando un corro, bailaban cogidas de las manos, brincando y retozando como cabritos.

Cuando ven a aquel jorobado, se detienen y dicen:

-¡Oh, qué chico más apuesto!¡Ven, bailarás con nosotras!

Y el muchacho, lejos de huir o de avergonzarse, se acerca y se une al corrillo, mano a mano con aquellas brujas, ¡y buenos bailoteos!

-¡Oh, qué bien baila este retaco! -decían todas. Y venga brincos y piruetas.

Y siguiendo el compás, cantaban:

-Lunes, martes, miércoles, tres;
jueves, viernes, sábado, seis.
Lunes, martes, miércoles, tres;
jueves, viernes, sábado, seis.

Y el chico que cantaba como un ruiseñor.  Joana de pronto dice:

-¡Parad un momento! ¿No es verdad que este muchacho es bien plantado y se merece que le hagamos un regalo?
-¡Sí que lo es! ¡Sí que lo es! ¡Sí que lo es! -gritaron todas.
-Pues nada -dice aquella-, le quitaremos la chepa.

Y aún no había acabado de decirlo, cuando ya le había dado manotada, y ya lo creo que se la quitó, a la chepa. El chico se fue todo contento a su casa con un beso de cada bruja y el fajo de leña sobre la cabeza.

¡No os digo nada! Cuando la madre lo vio sin la chepa y tan erguido, se quedó de piedra, y más cuando él le contó todo cuanto había pasado, con pelos y señales.  ¿Qué me diréis? Llegó a oídos de una vecina que tenía uno también, de hijo chepudo, y le dice:

-Ve ahora mismo a la Cueva de Joana, a ver si te quitan este pimpollo que llevas en la espalda.

Se va, y encuentra a las brujas bailando con gran fervor.

-¡Ay, qué jovencito más apuesto! -dijeron al verlo-. ¡Vaya, ven a bailar con nosotras!
-¿Y sabéis si tengo ganas de bailar? -dice él, bastante molesto.
-¡Tanto si tienes como si no! -responden ellas.
-¿Ah sí? -replica él.
-¡Ah sí! -dicen ellas.

Y ya lo tenían cogido cada una por una mano, y hala, buenos brincos, vueltas y más vueltas alrededor de Joana, que daba el compás. Y cantaban:

-Lunes, martes, miércoles, tres;
jueves, viernes, sábado, seis.

El chico las interrumpe:

-Y domingo, siete.
-¡Uei -suelta Joana-, esto no lo hacen los niños, interrumpir a los mayores! ¡Alerta a decir más que nosotras!

Y vuelven todas a lo suyo

-Lunes, martes, miércoles, tres;
jueves, viernes, sábado, seis.

-Y domingo, siete -interrunpe de nuevo el chico, presuroso.
-¡Uei, querido! ¿No te he dicho que los niños no deben interrumpir a las personas mayores y que tengas cuidado con hablar más que nosotras? ¡Que te sirva de advertencia si no quieres llevarte un escarmiento!

Y vuelven todas a hacer el corrillo, y baila que baila y canta que canta:

-Lunes, martes, miércoles, tres;
jueves, viernes, sábado, seis.

-Y domingo, siete -dice el desaborido.
-¡Uei! -le increpa Joana, toda exasperada-. ¡Quien hace tres, burro es! Ya que eres tan tozudo, te llevarás otra, de chepa: una detrás y una delante, y así el equipaje te será más compartido!

¿Y qué me diréis? Le pega zarpazo a la joroba que le habían quitado al otro, que aún estaba en lo alto del vasar, y la plantan en medio del pecho de aquel desgraciado, que regresó a casa montando un escándalo, entre llantos y lamentos, cuando se veía con las dos chepas, una detrás y otra delante.

¡Hala, pues! Así aprendería a no ser desobediente y poco prudente al hablar. Por esto, ¡alerta a conversar nunca de más!

* Santuario a una horita de Palma, desde el cual se ve toda la bahía, el puerto y la ciudad.
** Colina coronada por un castillo del siglo XIV, de los antiguos reyes de Mallorca.