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Hay un proceso de privatización del lenguaje: entrevista a Vivian Abenshushan

Vivian Abenshushan -Fotografía de Andrea Garza Carbajal
Vivian Abenshushan -Fotografía de Andrea Garza Carbajal

Por José Luis Dávila y Carlos Morales Galicia

¿Cómo fue que se editó Be y Pies de Gabriel Wolfson?

Yo conocí el libro hace varios años, en el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, de la que fui tutora una generación, y uno de los libros más sobresalientes, probablemente el que tenía más contundencia en términos de escritura, era un libro de Gabriel Wolfson, entonces me interesé mucho en seguir su proceso y en preguntarle qué tenía, que me enviara a la editorial. Y los dos relatos largos, no los llamaría cuentos, creo que es un error considerarlos cuentos porque son justamente dos relatos que, por sus estrategias, por el tipo de recursos que provienen de otros géneros, están todo el tiempo haciendo una crítica de las convenciones del cuento como género. Entonces por eso no los llamo cuentos, no lo considero propiamente un cuentista sino un narrador que está abriendo las posibilidades de la narrativa. Y nuestra editorial, Tumbona ediciones, es una editorial pequeña, independiente, con una búsqueda estética particular que tiene que ver justamente con hacerse la pregunta, que es una pregunta que no podemos dejarnos de hacer quienes escribimos, quienes leemos, quienes editamos, que es ¿qué es la escritura y qué podría llegar a ser? Seguir pensando a la escritura como un organismo vivo, que muta, que se va modificando, que dialoga con los contemporáneos y, a veces, la industria editorial más comercial impone una serie de criterios que estandarizan la misma producción literaria.

En México, como en muchas partes del mundo, el género hegemónico, llamémosle así, es la novela, porque sigue siendo el género con mayor prestigio, a veces en términos literarios pero sobre todo en términos de rentabilidad; es lo que te piden las editoriales cuando eres un escritor, a mí me lo han pedido mis editores y les digo “Bueno, pero si a mí la novela como género me parece un género que dejó de mutar, que dejó de dialogar con el presente, que después de un proceso de experimentación en los años 60 se replegó en convenciones que ya no dialogan con lo que está pasando, con la lectura en internet, con las modificaciones incluso políticas del mundo, me parece que hay que buscar otros géneros”.

Hay una frase de Walter Benjamín que leí recientemente, de su ensayo El autor como productor donde dice: “No siempre hubo novelas, no siempre tendrá que haber novelas”, es decir, ¿cuáles son esos otros géneros distintos, esas otras formas que están emergiendo, que están surgiendo en este momento? Creo que una editorial independiente puede abrir los espacios para que esa exploración, esa experimentación y esa búsqueda formal sean posibles. Porque ni en los espacios de los suplementos, que además son muy exiguos -sobreviven muy pocos suplementos en México-, generalmente publican cosas muy acotadas, artículos, poemas, no hay posibilidad para explorar otras formas de escritura. Entonces las editoriales independientes surgimos como una necesidad vital de la cultura y de la escritura para abrir otros caminos.

Vivian Abenshushan -Fotografía de Andrea Garza Carbajal
Vivian Abenshushan -Fotografía de Andrea Garza Carbajal

En ese sentido, por ejemplo lo que tú dices sobre la novela, ¿está en tu trabajo?  Tenemos entendido que tú tienes un proyecto de novela.

Es una no-novela (ríe). En realidad no sé cómo llamar a lo que estoy haciendo y creo que eso es lo más importante de la exploración en la que me he metido en este momento porque es precisamente una pregunta sobre qué otras formas pueden surgir. Y esta exploración nació de la dificultad fundamental mía de escribir una novela y de la presión que sentía por el medio, por las editoriales de escribir una novela, y entonces todo el libro me estoy preguntando ¿por qué me resisto  la novela, de dónde proviene esa resistencia?, en términos formales, estéticos, intelectuales y también mucho más personales. Es un libro que no es un libro tampoco, que en realidad es un archivo que estoy escribiendo, no en cuartillas sino en tarjetas, es un tarjetero, que no tiene lomo, que no se lee de manera lineal y continua como se lee un libro, sino de manera aleatoria, azarosa, permutante, donde el lector es también un creador, un productor, porque cada lectura, cada vez que el lector elige una tarjeta produce una lectura distinta a la de cualquier otro lector, entonces hay una idea también creativa de la lectura. Esto no es nuevo, este proyecto al que todavía no llamaré novela, le he puesto el nombre de novela inexperta, y se llama Novela inexperta: título provisional, o sea la frase forma parte del título, la gente cree que es porque es un título provisional, pero me interesa jugar con la idea de lo provisional, de lo provisorio, de lo que no está todavía clausurado, de lo que está en exploración, en proceso. Yo lo llamaría la historia o el relato de un proceso de escritura, eso es lo que estoy haciendo; una parte del archivo que es un tarjetero, que está dividido, como todos los archivos, en distintos ficheros, uno es un cuaderno de escritura donde describo todo este proceso de interrogación, es como un cuaderno donde me voy preguntando cuál es mi relación con la novela, cuál es mi relación con el fragmento, cuál es mi relación con el plagio, cuál es mi relación con la cita, con la idea de la comunidad de lengua.

Hay otro archivo, al que llamo “el archivo de los artistas de la ficha”, donde hago una investigación de todos los escritores y artistas que han usado la ficha como recurso estético, desde Duchamp hasta Walter Benjamin, David Markson, un escritor muy cercano, contemporáneo, filósofos como Roland Barthes, Wittgenstein, artistas como el neoyorkino Matta Clark, etc. El recurso de la ficha como formato estético ha existido durante mucho tiempo, entonces elaboro una pequeña investigación sobre esos artistas de la ficha o sobre artistas que se negaban a publicar, o que escribían en papeles dispersos y no en la idea del libro como algo lineal, como una hoja que sigue a otra, que sigue a otra, como un discurso continuo sino como un discurso más bien fragmentario, aleatorio, un poco de caracoleo, en el movimiento de la lectura.

Otro de los archivos es lo que yo llamo la novela inexperta propiamente dicha, que es el origen de la novela que alguna vez quise escribir, que es la historia o el relato de los negros literarios en la industria editorial, pero lo introduje en una especie de espacio ficticio que es un barco, como los barcos negreros que realmente existieron, donde se traficaban esclavos, pero aquí son esclavos de la letra, entonces son negros literarios que se dedican a escribir los libros de otros pero no cuenta una historia, lo único que se escucha son testimonios, algunos de los cuales extraje de otros libros, de internet, de entrevistas, sólo se escuchan voces de negros literarios contando esta relación compleja, ambigua, distorsionada de la escritura y de la explotación dentro de la escritura. Otro de los archivos es una historia del libro, digamos desde sus orígenes, es un libro totalmente desbordado que podría ser infinito, como cualquier archivo podría seguir y sí estoy un poco enloquecida con el proyecto (ríe), temo no llegar nunca a un fin porque no es un libro que tenga un principio y un fin, que va acumulando información. Otra de las cosas importantísimas que quisiera decir ya para terminar de hablar de este proyecto es que uno de los recursos centrales que estoy usando es la reescritura, la copia, la falsificación, el plagio, extraer recursos de distintos lugares, usar citas sin comillas, a veces junto el fragmento, el pedazo de una frase, qué se yo, de Macedonio Fernández, combinado con una frase, qué sé yo, del periódico que leí en la mañana, hago lo que hoy se llama mashups. Entonces junto lo alto con lo bajo, la cultura popular, la cultura de todos los días, la información frenética y la sobreabundancia textual en la que vivimos con la búsqueda de sentido al mismo tiempo, entonces hay muchas exploraciones simultaneas en el libro, es uno de los proyectos, digamos, en algún sentido más ambiciosos en los que me he involucrado en los últimos tiempos y está en proceso.

Vivian Abenshushan -Fotografía de Andrea Garza Carbajal
Vivian Abenshushan -Fotografía de Andrea Garza Carbajal

Ya que mencionas todo eso, me hace pensar en muchas cosas, desde Milorad Pavic con Diccionario Jázaro o Pieza única, que son dos libros en un libro o Vila Matas con Bartleby y los suyos que son estos pequeños como fragmentos de historias, y toda esta experimentación me lleva a pensar de todo lo que dices, ¿realmente crees que el panorama literario en México o al menos el panorama que tenemos cerca esté buscando hacer estos formatos?, ¿realmente crees que estos formatos sean algo que va a incidir o que ya esté incidiendo en la literatura en México, que se está buscando o incluso que el público está preparado para ello desde un escritor mexicano?

Yo creo que hay dos momentos, dos respuestas. Una sería no, que sería la respuesta tradicional, la literatura mexicana es muy convencional, está todavía atada a una tradición en el libro, en el prestigio que existe, pero también desde hace 10, 15 años hay una recombinación en las formas de lectura y de escritura que en otras generaciones, aunque también en la mía, tiene ya repercusiones concretas, reales, visibles. Hay muchos proyectos híbridos, hay muchos escritores, artistas, poetas que están combinando lenguajes, que están haciendo literatura digital, hay ahora mismo en la Ciudad de México todo un congreso sobre literaturas electrónicas, lo cual significa que ya hay un espectro y unas coordenadas creadas para que esa literatura y esas formas de escritura mutantes, llamémoslas así, tengan un público, tengan lectores, tengan retroalimentación, diálogo, discusión. Y yo creo que sí existe sin duda, porque además tecnológicamente los medios ya están ahí y creo que las formas de lectura, por ejemplo el de ustedes, ya no sienten esa tensión o ese rechazo ante los textos más simultáneos que produce internet, o la capacidad de trasladar enormes cantidades de texto de un archivo a otro simplemente con hacer copy paste, algo que era impensable cuando se usaba todavía la máquina de escribir, aunque la copia es un recurso que viene desde los sesenta y desde las vanguardias. Entonces yo creo que es la continuación de una línea experimental de la literatura que ha existido desde la modernidad, desde principios del siglo XX, quizá desde antes con Mallarmé, y que siempre ha sido de algún modo periférica, marginal y luego con la poesía concreta, con la poesía sonora, y que en estos momentos de algún modo sigue siendo periférica y marginal pero encuentra sus propios circuitos.

Vivian Abenshushan -Fotografía de Andrea Garza Carbajal
Vivian Abenshushan -Fotografía de Andrea Garza Carbajal

Eres una de las pocas escritoras en México que trata de sostener en su obra un diálogo con la situación que se vive en el país, constantemente haces una labor activista sobre esta situación tan horrible en la que vivimos, ahora con este acuerdo transpacífico en el que sobre todo se pone en mira el tema como del plagio, el derecho de autor, ¿ese tipo de recursos crees que lleguen a afectarse con este tratado, que ya está a punto de firmarse si no es que ya se firmó y no lo sabemos?, ¿tú como editora y escritora qué piensas sobre esto y cómo tratar de remar en contra de este monstruo que va a venir a poner aquí un pie en torno a la actividad creativa y editora?

Acuerdo transtrágico diría yo. Bueno, la escritura usualmente se ha abierto paso como la mala yerba, en las peores circunstancias, es decir, los procesos de censura bajo los que ha vivido la escritura desde la inquisición, desde la persecución, no son nuevas; lo que pasa es que vivimos en una falsa democracia liberal donde se supondría que este tipo de persecuciones y censuras no tendrían que existir y que ahora, digamos que en lugar de venir de un estado totalitario y censor provienen del capitalismo mismo. Hay que estar muy alertas, hay que entender este proceso y combatirlo con las herramientas que siempre ha usado la escritura que es la frase, la palabra, el lenguaje, la discusión, la argumentación, el pensamiento crítico, la imaginación. Y que por supuesto que este tratado transtrágico es parte del proceso necrocapitalista; hay una definición de capitalismo este colectivo invisible que nunca sabe uno de dónde viene pero que tiene publicaciones subversivas muy importantes y filosóficas, ha llamado al capitalismo como un proceso de demolición de todo lo existente, estamos en un proceso de demolición de todo lo que existe, de la vida misma que se ha puesto en suspenso, donde los cuerpos y las personas son también mercancía, son traficables.

También hay un proceso de privatización del lenguaje. Hay que entender que todas las leyes antiplagio, todas las leyes de los que yo llamo derechistas de autor, porque me parece una forma de reacción anticultural, toda la forma en que las grandes corporaciones mediáticas han presionado para modificar las leyes de derechos de autor, usando chantajista y manipuladoramente a los autores como a las personas a las que defienden, en realidad lo que están haciendo es asfixiar a la cultura, encerrarla, reducirla a un mero producto, cuando esto lo ha discutido ampliamente Cristina Rivera Garza, en México, y en otros lugares muchos otros colectivos muy importantes y varios de los autores que hemos publicado en nuestra antología contra el copyright en la Tumbona, y que además se puede descargar de manera libre, gratuita y distribuirse, fotocopiarse, deformarse, plagiarse y los etcéteras que quieran poner, el lenguaje, lo que dicen todos estos autores, es un espacio común, las palabras, estas palabras que estoy usando no son mías, son de todos. El lenguaje en un espacio público, es un espacio político, es un espacio que habitamos todos. Cuando yo escribo, no escribo a solas, aunque esté escribiendo yo, tratando de abstraerme del mundanal ruido, estoy precedida por todas las lecturas que he hecho de todos los escritores y escritoras, no procedo, digamos no nazco de la nada como escritora sino de un diálogo permanente con los otros. Entonces, este cerco alrededor de la escritura, la publicación y la simulación del conocimiento producida por las nuevas leyes de patentes y de propiedad intelectual lo que hacen es privatizar el lenguaje, privatizar la cultura como también quieren privatizar el agua, privatizar el aire, privatizar la tierra, despojarnos de nuestras tierras, de nuestras semillas, de nuestros alimentos, es parte de un proceso, de una voracidad y una depredación brutal frente a la que la literatura tiene una batalla que librar en el territorio de la literatura que es el lenguaje.

Be y Pies, el relato sin atarse a géneros: entrevista a Gabriel Wolfson

Gabriel Wolfson y José Luis Dávila - Fotografía por Gerson Tovar
Gabriel Wolfson y José Luis Dávila – Fotografía por Gerson Tovar

De reciente aparición bajo el sello de Tumbona Ediciones, ve la luz el nuevo libro de Gabriel Wolfson, Be y Pies, el cual funciona como un díptico que se deja llevar por la escritura sin pretender formarse bajo las denominaciones que etiquetan  a los relatos. Aquí les tenemos una enstrevista con el autor, quien profundiza más al respecto.

José Luis Dávila: En Puebla se te conoce muy bien, hay muchas cosas que se han dicho de ti, desde muy buenas hasta muy polémicas, cuando fue lo de Carlos Velázquez, por ejemplo,  y ahora con Be y Pies, ¿cómo sientes que ha avanzado tu literatura? Ya habíamos visto antes publicaciones tuyas pero leyéndolo, al menos en lo que pude leer en estos días, es un poquito diferente a lo que has trabajado, pero ¿qué avance representa para ti Be y Pies?

Gabriel Wolfson: Pues mira, a lo mejor no es muy fácil de ver eso para mí, ¿no?, porque yo creo que es más fácil ver eso desde fuera, entonces no lo tengo así como muy claro. Para mí estos dos relatos, junto con otros cuatro que tengo por allí, que los escribí más o menos en la misma época, son textos de hace 3, 4, 5 años, éstos específicamente son de hace 4 años, sí son relatos donde de alguna manera continuaba un poquito lo que había hecho antes de eso, que era un libro que se llama Los restos del banquete, con la idea de hacer relatos, es decir, no hacer ni novelas ni cuentos, no escribir algo que de antemano estuviera fijado en un género, sino a ver: yo escribo relato sin que sea de la extensión que sea, y pues irme como dando más libertades para hacer cosas que a lo mejor pueden resultar, de entrada, un poquito complicadas o un poquito extrañas pero digamos que si a mí me funcionan, si yo les encuentro un sentido, si es un poco lo que estoy buscando, está bien; es como darme más chance de eso, de pensar menos en “a ver, qué va a pasar con estos relatos”. No sé qué va a pasar, porque creo que los escribo y esto es lo que quiero hacer, ¿no? Es muy claro que escribiendo así cuesta trabajo después publicar. Pero, bueno, aunque hayan pasado algunos años ya está y va a salir también ahora en un mes otro libro, con otros de esos relatos, y pues a todo dar, no hay prisa.

JLD: Y ya que hablas de eso, ¿qué tan difícil ha sido en tu carrera como escritor publicar, encontrar los medios para publicar?

GW: Yo diría que no mucho, sinceramente, pero creo que eso es porque no he tenido mucha prisa para hacerlo. Si estuviera un poco ansioso con el tema, sí te diría que es difícil, porque digamos lo último que yo publiqué antes de esto es un pequeño relato en una editorial cartonera, La Cleta Cartonera, salió hace ya casi como 4 años y antes de eso el libro de Los restos del banquete salió en 2009, ya tiene, ¿no? Entonces, en el sentido de que publico poco, no ha sido difícil, para mí ha sido más bien como muy agradable que la mayoría de los casos de mis libros más bien ha sido una propuesta de los editores o de la editorial: “Oye nos interesa, ¿tienes algo?” “¡A, cómo no!”. Digamos, en el caso de Be y Pies fue más bien porque una de las dos editoras, Vivian Abenshushan, nos conocimos en una beca a FONCA, leyó mis textos y a partir de ahí hubo este interés mutuo: yo quería publicar ahí, a ellos les interesó y, bueno, pues adelante. En el caso de los otros libros pues ha sido así más bien, el otro que sale ahora en noviembre sale en el CONACULTA, en la colección de El guardagujas y fue más bien porque me escribió el que era editor hasta hace pocos meses de esa colección, Daniel Saldaña Paris, dijo “Oye, no te conozco pero he leído cosas tuyas, me interesaría mucho publicar algo tuyo tienes algo?”, “Mira, pues sí, tengo unos cuentos, ahí están”. Con el libro anterior fue así, con el de Los restos del banquete fue así, entonces, a ver, no sé si esto sea común, pero para mí ha estado muy bien. Además de eso me parece que está muy bien porque creo que así tendría que ser, es decir, creo que son los editores los que tendrían que buscar qué les interesa publicar de acuerdo a su línea, de acuerdo a cosas como:“Me interesas tú, tienes algo, ¿te interesa conmigo? Pues órale”.

JLD: Hablando sobre Be y Pies, ¿cuál fue el criterio para juntar estos relatos en un solo volumen? Si tienes como cuatro o varios relatos con este mismo tema, mismo tenor, de que solamente son relatos, y no hay que saber realmente si son novelas o cuentos, o no hay que ponerles un género como tal. ¿Cómo fue el criterio para unir Be y Pies y no otros relatos?

GW: Pues mira, la verdad es que el criterio en este caso sí fue de la editora, ella fue la que tuvo muy buen ojo para decir: “Estos dos van juntos, hay un libro que son estos dos”. Y bueno, me argumentó y a mí me pareció que tenía razón. Ya que los veo yo así, pues lo veo muy claro, son dos relatos formalmente parecidos, relacionados, tienen sus búsquedas similares y luego para colmo resulta que temáticamente también tienen un montón en común, o sea los dos relatos son casi la misma historia nada más que en distintas situaciones y así. En los dos relatos hay un personaje que está a punto de quedarse sin trabajo o que ya se quedó sin chamba, en un caso es un profesor de prepa y en otro es un reportero que trabaja en un periódico donde no les importa en lo más mínimo lo que hace, es un trabajo gacho y al final lo corren; en los dos casos hay un personaje así, que se topa con una especie de empresario medio gangster, prepotente, que les intenta proponer un negocito o una chamba a estos dos, al profesor y al reportero y, en fin, en los dos casos resultan chambas absurdas o desagradables y la conversación, digamos, o el encuentro entre estos tipos de personajes: un tipo de personaje que es lo más parecido a mí, un profesor o un reportero, con estos empresarios muy truculentos diría yo, que se han dado cada vez más en nuestra ciudad y en nuestro país. Yo no los escribí pensando que iban a ir así pero claro, ahora me doy cuenta y en realidad hasta es lo mismo.

Gabriel Wolfson - Fotografía por Gerson Tovar
Gabriel Wolfson – Fotografía por Gerson Tovar

JLD: Estos dos relatos tienen un eje, ¿tú crees que haya un eje en todo lo que has escrito, algo que sea una constante?

GW: Yo creo que sí, debe haber por ahí cositas, una sería digamos un tipo de personaje que está en una situación límite, una situación difícil, que está a punto de renunciar a algo. Recuerdo los relatos más viejos que tengo, los de mi primer libro Ballenas, bueno mi primer libro en serio digamos, incluso hay uno de estos relatos que se llama Renuncia, y hay varios en ese libro que son de pianistas o de estudiantes de música que están a punto de abandonar eso porque no pueden más, y luego, en este caso, personajes que están a punto de renunciar a su trabajo y que no saben muy bien qué va a pasar. Pero más que eso, yo creo que la constante sería más formal, del tipo de escritura, de la idea de escritura, qué es escribir, para qué se escribe, yo creo que por ahí iría un poco más la cosa.

JLD: Ya que lo mencionas, ¿qué es escribir para ti?

GW: Pues no lo sé, pero, a ver, me gustaría decir que a mí me interesa que la escritura tenga un poquito de problema, que sea una especie de problema al que hay que enfrentarse, no que sea algo natural y agradable sino que sea algo problemático, eso de entrada. Y que sea una actividad en la cual sepas algo, es decir, yo creo que un escritor es alguien que debe ser muy diestro técnicamente pero que al mismo tiempo desconozcas mucho. Cuando yo empecé a escribir no me pasaba así ni lo pensaba así, sino que pensaba que sí tenías que saberlo todo, que tenías que tenerlo todo muy claro y no, ahora más bien pienso lo contrario, que hay que saber algunas cosas pero hay que desconocer muchas cosas justamente para que escribiendo sea la manera en que investigues un poco eso que no sabes sobre el mundo o sobre la escritura, eso que no sabes sobre qué es escribir para ti, es decir, que cada cosa que escribas sea un poquito volverte a plantear esa pregunta: ¿qué es escribir?, y volver a intentar responderla provisionalmente. Entonces para mí escribir sí supondría esa condición provisional, inestable, difícil y, sobre todo eso, problemática. Problemática en el sentido como de “¡Chin!, esto está difícil, esto no sale” pero también en el sentido positivo de un problema, como cuando hablas de un sistema de investigación, tener algo que quiero saber, algo que me interesaría aprender, conocer, meterme por ahí.

Be y Pies - Portada
Be y Pies – Portada

JLD: Hablando igual del proceso de escritura y todo esto, ¿tú qué piensas sobre el rumbo que va tomando la literatura? No solamente la literatura en México, la creación, la figura del autor, sino también a la figura de las editoriales, por ejemplo que me dices que Be y Pies fue una selección de la editora y también ¿qué piensas de la injerencia de los editores en la literatura?

GW: Yo diría que podemos hablar de cuatro tipos de editores, que podríamos ir de los mejores a los peores, o al revés: los peores serían aquellos que, digamos, cobran como editores y viven como editores pero que en realidad no editan, que son más como gente de relaciones públicas que consiguen autores que sepan que van a vender bien, dentro del rubro de cada quién y que después no hacen nada con los libros, los maquilan y ya está. Y eso provoca libros, más allá del contenido, que pueden ser buenos, malos, regulares, pésimos, provoca libros muy mal hechos, muy mal hechos en su sentido material. Luego los editores que solamente cuidan ese sentido material, editores que no se meten más pero sí cuidan al menos que no haya erratas y que salga más o menos limpio el texto. Luego ya editores que sí intervienen un poquito en los textos pero que son ya como los de editoriales más comerciales que lo hacen con el parámetro de que esto se venda mejor: “Oye, te sugiero cambiar el título”, eso lo he oído 20 mil veces, “porque ese título está bueno pero no va a vender, no va a jalar a la gente, no va a caber en la portada, entonces por qué no éste otro”. Y por último los editores editores, que hay muy pocos en el medio literario en México, hay muy pocos que vean qué es lo que quieren publicar, no solamente porque se los mandaron o porque es lo que saben hacer, sino qué les interesa, que vayan trazando una línea editorial, y que después trabajen el texto con el autor, no en el sentido solamente de corregirlo o no en el sentido solamente de que quede mejor en función de la venta sino en función de lo que el texto es en sí. Ese trabajo puede ser mucho, puede ser nada, a lo mejor el texto ya así como está y adelante, y aun así siempre hay pequeños detallitos que el editor puede trabajar. Pero hay muy pocos así, muy muy pocos.

JLD: Para finalizar, ¿qué esperas que se diga de Be y Pies?

GW: ¡Qué es un gran libro! (ríe) Eso me gustaría. Pues no lo sé, me gustaría que resultara inquietante, no en el sentido de una novela de vampiros sino en el de: “Oye, ¿qué cosa es esto?, ¿qué cosa rara, por dónde va?”, que no se entregue a la primera pero que tampoco deje de entregarse, que sí encuentre lectores que después de esa extrañeza o junto, o debido a esa extrañeza digan: “Esto me interesa, esto me gusta”.