por E. J. Valdés
Si llevan prisa se las resumo: The Expendables 3 son dos horas de viejas luminarias del cine de acción pateando traseros.
Si andan chidos y quieren quedarse a leer, ahí les va más suave: The Expendables 3 es la más reciente entrega de esta franquicia iniciada por Sylvester Stallone en 2010, y al igual que sus antecesoras reúne a un elenco que abarca a explosivas estrellas del género como Arnold Schwarzenegger, Dolph Lundgren, Jet Li, Randy Couture, Terry Crews y Jason Statham, así como a otros que se suman al ensamble de este título: Harrison Ford, Wesley Snipes, Antonio Banderas, y Mel Gibson haciéndola de villano y notablemente más conservado que el resto de sus co-titulares. Tristemente ChuckNorris no regresa a esta entrega, pues está muy ocupado tallando su rostro en el monte Rushmore a golpes, mientras que el personaje de Jean Claude Van-Damme murió en la película anterior y a Bruce Willis no le llegaron al precio. A este elenco de veteranos se suman algunos nombres menos conocidos pero que quieren hacerse una reputación en Hollywood, como Kellan Lutz, que ha hecho puros papeles horribles, el boxeador Víctor Ortiz y Ronda Rousey, actual campeona de UFC con aspiraciones de actriz.
¿Qué da como resultado el revoltijo de todas estas figuras? Pues una cinta a la que se debe acudir con las expectativas bajas, con mucha nostalgia y ganas de dejarse arrastrar por una historia llena de queso, violencia sin sentido y efectos especiales dignos del Nintendo 64. La trama, escrita por Stallone, se antoja genérica: Barney Ross (Stallone) y su equipo de mercenarios liberan a un viejo camarada (Snipes) para que los ayude a completar una misión que termina en desastre cuando descubren que la mente criminal tras la que van es Conrad Stonebanks (Gibson), uno de los miembros fundadores de los Expendables con quien Ross tiene asuntos pendientes. Consciente del peligro que este personaje representa para sus compañeros, ya gastados por los años, Ross decide alejarlos del conflicto y en su lugar recluta a un nuevo equipo de especialistas más jóvenes, con los pies en el siglo XXI, para ir tras Stonebanks. Previsiblemente, todos se unen en una batalla final llena de golpes, disparos, explosiones, “getto da choppa!”, tanques, motos y hasta un helicóptero milenario. Así como lo leen.
La película, en definitiva, no es ni Mad Max, ni Terminator, ni Rambo, y seguro tendrá una recepción crítica pobre, pero hará dinero, dinero que servirá de impulso a la cuarta parte, ya en planeación (se rumora que Pierce Brosnan y Hulk Hogan ya están apuntados). Y algo que sin duda será muy criticado es el hecho de que en esta película, a diferencia de la anterior, no hay sangre (los soldados aniquilados despiden polvo o una cosa así), esto para que la MPAA le diera la clasificación PG-13 y los chavitos puedan ir a verla al cine sin problema.
Pero lo bonito de esta cinta, si me lo preguntan a mí, es la nostalgia; pertenezco a la generación que creció viendo a estos hombres derribar tie-fighters, matar Depredadores, noquear a Ivan Drago, ser Ivan Drago, triunfar en el Thunderdome, o hacerla de El Zorro o de Blade, y aunque “han pasado los años” y muchos de ellos ya sólo pueden correr o hacer como que hacen algo, creo que el verlos a todos reunidos en una misma película, por guanga que esté, cumple el sueño de muchos niños hoy convertidos en jóvenes adultos, y para mí eso es más que suficiente para verla, al igual que todas las secuelas que les dé tiempo de hacer. ¿Y saben a quienes me encantaría ver en la cuarta parte? A Kurt Russel y a Mr T. He dicho.
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